La dependencia es parte de nuestra vida. Todos de alguna u otra forma dependemos de alguien, algunos más que otros pero es así. Yo por ejemplo, a mi ex me encantaba decirle que se buscara una vida, que fuera el mismo. Ahora como para que la saliva me peque duro, siento que soy yo la sin vida. No es que no sepa en que pie estoy parada ni tenga sueños ni metas, en ese renglón todo va muy bien gracias a Dios.
Soy una dependiente emocional. En innumerables ocasiones me he aferrado a personas que simplemente no pueden hacerme feliz, o que no les interesa en definitiva de todos los tipos y para acumular los traumas más inverosímiles. Y, pese a todo eso, sigo buscando en quien dedicar y aportar toda esa fuerza emocional que aún no logro canalizar. Quienes me conocen saben que no soy el ser mas cariñoso del mundo, sin embargo muy apegada a las relaciones. Ese trato de tu a tu con alguien especial mueve mi vida como nada. No se si es que confundo amor con compañía, no lo se. Esta vez es diferente a todas, ciento un crecimiento espiritual que me impulsar a aspirar más, a confiar más en mí, a ser más independiente, a ponerme bella para mí y dejar de esperar a quien no termina de llegar. Hoy es el sr. ST el dueño y causante de mi tristeza y felicidad, ayer fue EM, pero siempre tiene un puesto especial JG. Cansada de esperar hoy pongo mi corazón en off, se desconecta para descansar. Como predije en mi post anterior, mi corazón regreso muy herido, me contó que lo despreciaron sin razón aparente. También me dijo que esta vez el golpe le dejo algo más que tristeza, que se siente bien porque aprendió una lección de vida que marcará el antes y el después.
Que va a empezar a vivir solo, y que si encuentra otro que quiera latir a su mismo ritmo estará todo bien siempre y cuando no opaque su ritmo. Ni arriba ni abajo, ni delante, al lado será su lugar. Y, si no llega, no importa porque tendrá su propio ritmo.