Marcas
Hay personas que sin proponérselo dejan huellas en tu vida que quizás no son visibles para el común de las personas, pero que definitivamente tú sabes que si. Gracias a Dios y aunque por poco tiempo (me hubiese gustado disfrutarte un poco más) tuve la dicha que en estos que son los inicios de mi carrera pude compartir con un ser humano como tu. Para muchos es solo una persona jocosa, miles leyeron sus ocurrencias en las páginas editoriales de la revista Pandora. Crónicas que eran seguidas por miles de mujeres (y algunos hombres) que se sentían identificadas por las alegrías, desventuras, desamores y logros. Era para nosotras casi una súper héroe en cuestiones del corazón. Lo que muchas personas desconocen es que detrás de todo ese manto de charlatanería se escondía un ser humano espectacular, de esos de los que hay pocos.
Son casi incontables las anécdotas de las que eras protagonista, Martha definitivamente eras una cosa seria. Sin poses, sin altanerías, nada de delirios de grandeza. Caminando por los pasillos de la redacción con tu faldita, tus tacones y claro tú escote porque antes muerta que sencilla. Te sigo esperando, es más me he tenido que hacer a la idea que cuando siento unos tacones replicando no voltear, porque ya no serás tu la que estará detrás para decirme: DIME LOQUITA!!
Y es que así eras tú, de esas personas que nadie tiene un mal recuerdo, un pique, nada. Responsable hasta la obstinación, eres el mejor recuerdo de mis primeros pasos, lamentablemente y afortunadamente puedo decir que te conocí. Que nos sentamos en la cafetería y escuche de tu boca esas ocurrencias de las que solo tú podrías decir en voz alta, que te vi hacer ese pasito de baile, y hablar de tu melena. Son tantas cosas lindas que rodean tus recuerdos que tu partida ha destiempo y repentina, (trágica para los que aun no asimilamos estar sentados apenas unos días conversando contigo) es agridulce. Pensar que con tu última página me identifique tanto.
Quería decirte y quien te contó eso mujer. Quería comer esa pasta que tú hacías de la que todos hablaban. Quería vivir tantas cosas contigo, que me jalaras los cabellos y que te siguieras sorprendiendo de mí al ver que no era tan tímida como tú pensabas.
Con tus palabras de aliento me diste la confianza para creer en mí y en mi trabajo. Nunca te pude decir lo chulo que era saber que te gustaba lo que yo escribía.
Quienes lloramos tu perdida, la millonada de amigos que dejaste sedientos de ti, te extrañamos. Ya sea como jefa o como amiga siempre siempre diste lo mejor de ti. Sin duda una mujer espectacular y una periodista de la vieja guardia (si me escuchas decirte vieja me matas), buenísima. Hasta luego Martita.
Las orquideas por que te encantan.